Mi hijita, mi nena hermosa

24 junio 2009

Después de entrar a mi casa, abrí el baúl del auto y bajé el bolso. Tenía una mancha de sangre en una esquina de abajo.
Sabía que Mica, mi hijita, mi nena hermosa, me agradecía lo que yo estaba haciendo por ella.
Fui hasta el baño cargando el bolso con cuidado para no manchar el piso ni las paredes. Las 47 fotos de Mica me miraban sonrientes desde todos los rincones de la casa.

Al llegar, saqué del bolso a esa niña inerte que mantenía los ojitos abiertos. La bañé y le limpié la sangre del cuello. La sequé y le puse una venda que le tape la mortal herida. La dejé acostada en el piso mientras yo buscaba una polera limpia de su tamaño.
Después de cambiarla y peinarla, la cargué al hombro y la llevé a la habitación de Mica, mi hijita, mi nena hermosa.
Abrí la puerta, y la pieza estaba como siempre, con cada muñeca y cada osito en su lugar. Junto a la ventana, apoyada contra el respaldo de la cama, estaba el cuerpo de Mica, mi hijita, mi nena hermosa. Bajé a la chica del hombro y la apoyé contra un rincón.
– Mi amor, traje una amiguita para que juegues- dije mientras cerraba la puerta de esa habitación fría.

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