Después de entrar a mi casa, abrí el baúl del auto y bajé el bolso. Tenía una mancha de sangre en una esquina de abajo.
Sabía que Mica, mi hijita, mi nena hermosa, me agradecía lo que yo estaba haciendo por ella.
Fui hasta el baño cargando el bolso con cuidado para no manchar el piso ni las paredes. Las 47 fotos de Mica me miraban sonrientes desde todos los rincones de la casa.

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